“El pasado nos forma, pero no nos define. Nunca comenzamos desde cero” @miggiecoach
El año pasado tuve la inmensa satisfacción de dar una charla online sobre este tema y fueron muchos los buenos comentarios que surgieron y quisiera plasmar en este articulo las ideas principales de mi exposición.
Muchas veces nos decimos la frase «Comenzar de cero», la cual puede resultar des motivante e incluso auto saboteadora en ocasiones. Hoy les puedo afirmar con certeza que todo depende de la perspectiva desde la cual la enfoquemos.
Recuerdo cuando acepté mi nuevo trabajo en Houston, Texas en el 2009. Inmediatamente descubrí la limitación a la que me estaba exponiendo al decirme a mí misma que estaba comenzando de cero, ya que era un nuevo país, nuevo ambiente laboral, nueva cotidianidad, nuevos conocidos, nuevo ¡todo! Comencé a recordar con afirmaciones, con lo que contaba para iniciar este nuevo reto profesional. Contaba con una base de capacidades, experiencias y conocimientos que me han preparado para enfrentar cualquier desafío que se cruce, contaba con mis valores y mis buenas intenciones para dar lo mejor de mí, contaba con mi fe y mis ganas de salir adelante.
El “comenzar de cero” es uno de los tópicos que abordo cuando trabajo la visión personal con mis clientes, ya que considero que esta creencia se basa en pensamientos que limitan nuestro potencial, ya que nunca estamos realmente empezando desde cero. Cada nuevo comienzo trae consigo experiencias de aprendizaje que nos han nutrido y ayudado a convertirnos en las personas que somos hoy.
A la par de este pensamiento común, existen muchos otros que es importante reconocer, como «se necesita suerte para conseguir empleo», «es muy difícil y no podré lograrlo», «soy demasiado mayor para empezar», y otros similares. El identificar “el cuento que me cuento” es un desafío personal para superar, ya que nuestras creencias moldean la forma en que percibimos el mundo y, por ende, crean nuestra realidad. Es una realidad llena de ¿miedos? O es una realidad llena de posibilidades para crecer. También es importante destacar que las creencias limitantes pueden impedirnos establecer metas, asumir riesgos y alcanzar nuestro máximo potencial.
Una de las formas de entrenar nuestra mente es a través del constante cuestionamiento interior del cuento que nos estamos contando. Como cuando acepté mi oferta laboral, allí comencé a poner en duda estas narrativas, ya que me sentí con miedo y sentí la pesadez en mi cuerpo ante la ilusión de la dificultad de poder salir adelante, como si fuera una montaña gigantesca a escalar. Y si no soy lo suficientemente buena? Y si me hablan y no entiendo? Y si no doy la talla? Y si mis hijos no pueden adaptarse? Y todos los “Y SI” que pueden presentarse en la espiral de miedo y terror ante las nuevas situaciones de la vida. Todos estos disparadores de inseguridades están en el subconsciente. Al hacerme consciente de esta sensación en mi cuerpo, cuestioné mis propios pensamientos y el “comenzar de cero” como narrativa lo desaprendí a través de frases que negaban esos pensamientos, afirmando mi poder interno, basándome en circunstancias pasadas superadas. Mis afirmaciones de “Yo puedo” y muchos “Yo Soy” eran la compañía perfecta para disfrutar de mi café cada mañana, viviendo el día por día, mientras contemplaba el “Downtown” de Houston desde la ventana de mi oficina.
Raramente cuestionamos nuestras percepciones del mundo, la mayoría de las veces las damos por sentadas, como alguien que cree conocer el océano porque ha tenido una gota de mar en la mano. Nuestras creencias actúan como esos lentes o filtros que se adaptan según la importancia que les demos a aspectos de la sociedad, como la imagen social, nuestras expectativas (no solo hacia los demás sino hacia nosotros mismos), los juicios, la competitividad, el perfeccionismo, la aceptación social, nuestro modelo familiar, etc. Estos lentes o filtros deben revisarse y ajustarse constantemente. Una de mis estrategias personales ha sido cuestionar esos patrones. Cuando un pensamiento se inicia con las palabras “nunca” o “siempre” o se basa en un juicio de cualquier índole, lo reviso, lo cuestiono y lo sustituyo con una afirmación que me ayude a sentirme en expansión y no en limitación.
Ante los cambios, esta es una de las mejores estrategias para entrenar la mente que me ha servido y que recomiendo a mis clientes poner en práctica: Ser un explorador, no asumir nada y soltar los juicios ante las nuevas experiencias. La capacidad de asombro es la habilidad que se fomenta con esta práctica, ya que te das el permiso de experimentar sorpresa, admiración y fascinación ante algo nuevo. Puede ser una fuente de inspiración, creatividad y gratitud, ya que nos ayuda a ver el mundo con ojos frescos y a disfrutar más plenamente de nuestras experiencias. No imaginan lo gratificante que fue tener esa capacidad de asombro al iniciar mi nuevo trabajo en un nuevo país, desde asombrarme ante el grato recibimiento de mis compañeros de trabajo, como transferida internacional, así como poder conseguir la harina para las arepas en el primer supermercado que visité en mi vecindario. Por ende, no vale la pena quedarse paralizados ante los cambios que brinda la vida, las mágicas sorpresas son parte de ella.
A lo largo de todos los cambios y transiciones, he utilizado y recomiendo a mis clientes cuatro estrategias personales que han sido clave y que me han ayudado de manera efectiva a evitar o mitigar el impacto de las creencias limitantes en mi propio desarrollo:
- Autoconocimiento: Permanezco constantemente en observación de mis pensamientos y estoy atenta a las señales de mi cuerpo, ya que cómo pienso, siento.
- No paro de asombrarme: Fomentar la capacidad de asombro es beneficioso para mi bienestar emocional y mental, ya que aumento la alegría y la satisfacción en la vida, y promuevo un sentido más profundo de conexión con el mundo que me rodea.
- Autoaceptación: Soy un ser humano en constante aprendizaje y perfeccionamiento. Mis fallas no me definen, son experiencias que me enseñan y las transiciones me ayudan a convertirme en la mejor versión de mí misma.
- Vivir con propósito: La calidad de mi vida depende de las preguntas que me hago, como «¿qué quiero lograr en la vida?», «¿cómo puedo agregar valor con mi talento?», «¿Me siento satisfecha con lo que hago?» y «¿Estoy invirtiendo bien mi tiempo libre?»
Como bien dijo Carl Jung: “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú lo llamarás destino.” Establecer estrategias personales para reconocer si el cuento que te estás contando te expande o te limita es clave para potenciarte en momentos de cambio y transiciones. Y te recomiendo recordar siempre que en cada nuevo comienzo, cualquiera sea la circunstancia: nunca estás comenzando desde cero; cuentas con lo aprendido, con tu poder de elección y, lo más importante, con la capacidad de escribir tu propia historia.»