Como coach de vida, he tenido el privilegio de guiar a personas a través de importantes transiciones en sus carreras y cambios en sus vidas. Mi enfoque ha estado en ayudarles a comprender y navegar el proceso de reconciliación con las circunstancias y eventos en sus vidas. Esta reconciliación va más allá de simplemente esperar a que el tiempo cure las heridas; se trata de cómo las personas responden y se adaptan a los inevitables cambios. La actitud que uno adopta frente a estos cambios es clave para superar efectivamente los desafíos. Mientras algunos pueden referirse a ello como «Positivismo», prefiero llamarlo «Reconciliación».

El término «reconciliación» tiene sus raíces en la palabra latina «reconciliatio,» derivada de «re-» (que significa nuevamente o una vez más) y «conciliatio» (que significa conciliación o acuerdo). Esta etimología sugiere la idea de restablecer la conciliación, el acuerdo o la armonía después de un conflicto o desacuerdo previo. Sin embargo, la reconciliación va más allá de un simple acuerdo externo; representa un estado interno de aceptación y serenidad frente a situaciones adversas y conflictos que encontramos en nuestras vidas.

Desde una perspectiva estoica, la reconciliación nos brinda un significado aún más profundo. Los estoicos nos enseñaron a vivir en armonía con la naturaleza y mantener la tranquilidad interior independientemente de las circunstancias externas. En este contexto, la reconciliación implica encontrar la armonía interna al aceptar y adaptarse a lo que la vida presenta, incluso en el caso de eventos indeseables, pérdidas o desacuerdos.

A lo largo de mi trayectoria como coach de vida, ayudo a mis clientes a descubrir su resistencia o aceptación a los cambios y retos de vida  a través de preguntas que le permiten auto descubrirse, y conocerse. Este proceso a menudo revela la tendencia humana a aferrarse a la esperanza de que las cosas de alguna manera hubiesen sucedido de manera diferente o mejor, lo que resulta en resistencia. Esta resistencia conduce a un exceso de reflexión, análisis excesivo, deliberación intelectual y, en última instancia, agotamiento y sufrimiento.

Sin embargo, cuando las personas dejan ir esa esperanza ocurre una transformación notable. El sufrimiento cesa, y surge un sentimiento de reconciliación con todas las circunstancias, eventos y personas involucradas. Es en este preciso momento que se establece el escenario para el próximo paso en el viaje de la vida.

Es importante comprender que resistir a los cambios y adoptar una actitud resistente hacia las transformaciones profesionales o personales puede ser una de las formas más difícil de navegar el camino de la vida. Por el contrario, abrazar el cambio, renunciar a la esperanza de un resultado diferente es el sello distintivo de la práctica de la reconciliación.

En mi papel como coach de vida, encuentro una inmensa alegría en presenciar estas transformaciones de cerca. Es como presenciar un proceso de autoeducación y crecimiento personal que se desarrolla ante mis ojos, reafirmando mi pasión por lo que hago.